
Está la flor de la pita
casi siempre solitaria
altanera y orgullosa
-suspendida, marginada-
entre el verde y el camino;
propietaria de la nada.
Con sus brazos amarillos
parece mostrar las palmas
de unas manos que en ofrenda
a los cielos presentara
la vida en pequeñas flores
que del suelo rescatara.
Saludo del monte al camino,
-del camino y del monte al cielo-
con tus brazos amarillos,
preñados y quietos.
Magnifico trabajo el suyo.
ResponderEliminarLlego aquí sin saber como y encuentro una grata sorpresa poética y emotiva
Felicidades
Bonita imagen la de los brazos y las palmas. Eres un pura sangre.
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