lunes, 21 de abril de 2008

UN SONETO DESESPERADO

Su aroma se fundió con la almohada
y en sábanas a cuadros sus gemidos;
su aliento aún acaricia los tejidos
y el aire aún me devuelve su mirada.

Su cuerpo se marchó, no queda nada,
tan solo el palpitar de mis sentidos;
los brazos se me aferran desvalidos,
la piel se vuelve sepia y cuarteada.

Caricias que antes fueron mi sustento
y que ahora solo son tristeza pura
que ahoga en las esquinas mi lamento.

Fundirme quiero en esta noche oscura
colgado por el soplo se su aliento;
poner fin de una vez a esta tortura.


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jueves, 17 de abril de 2008

LA PARCA

Vivimos moribundos cada hora,
ajenos a la parca silenciosa
que afila su guadaña y nos acosa
desde la sombra oscura donde mora.

Se nutre de minutos que atesora
cercando nuestro tiempo presurosa;
vistiendo su mantel bajo la losa
espera que lleguemos sin demora.

Por eso he de vivir cada segundo;
sentirlo como el beso de la amante,
marcando bien mis pasos por el mundo.

La vida puede ser solo un instante,
¡mirad, que ya su rostro está iracundo!
¡corred, que ya la parca está delante!

lunes, 14 de abril de 2008

INVENTARIO DE SILENCIOS

Tengo un silencio
anudado al cordón del zapato.
Se quedó asido a mis pies
con el chasquido sordo
del nudo al cerrarse.
Fue el adiós no respondido,
la palmada en la espalda
que quedó en el aire;
el aliento frío en la nuca
que aún estremece mi piel.
Fue silencio helado
que todavía arde.

Tengo un silencio
prendido en el pecho.
Es un silencio con cadena de plata.
A veces me oprime el cuello
colgado de aquella pregunta
que solo tuvo un gesto,
ojos caídos, palmas abiertas,
mirada avergonzada.
Lo llevo prendido
junto a la ira contenida
y lo arrastro bajo el orgullo.
Fue silencio ardiente
que hiela el alma.

Tengo un silencio
colgado en un clavo,
de rostro enjuto y mirada callada.
El tiempo cubrió su manto
y tiñó se sombra sus palabras,
dejándome adivinarlo solo
en las arrugas de su frente
y en sus profundos ojos
que de óleo todavía se adivinan.
Fue un silencio pintado
por la vieja muerte.

Tengo un silencio
metido en el estómago,
y es solo piel y huesos,
y gritos, y hambre,
Y apenas si es nada,
pero me llena de silencios
de carga pesada.
Si no fueran tantos,
aun serían demasiados
una sola mano que busca
y no encuentra nada
es suficiente para exigir una respuesta.
Fue silencio egoísta;
mano cerrada.

Tengo un silencio
que me llama
desde su puerta obscura
tras la que podré dejar
colgada de un clavo
la cadena de plata,
y el cordón y el zapato;
y las pesadas cargas,
para sumirme por fin
en el silencio más largo.
Será silencio eterno;
será eterna la calma.

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