martes, 25 de noviembre de 2008

AUTISMO

El mar solitario
El lápiz partido
El papel en blanco
El manco destino

La mirada rota
La sonrisa ancha
La niñez eterna
La carita blanca

Los días inciertos
Los árboles altos
Los dedos traviesos
Los niños mirando

Las suaves caricias
Las llaves perdidas
Las anchas caderas
Las almas heridas

Un mundo escondido
Un viento encerrado
Un sueño perdido
Un barco encallado.

jueves, 20 de noviembre de 2008

COMO UNA POLILLA QUE RONDA LA LLAMA DE UNA VELA

Como una polilla que ronda
la llama de una vela;
tan cerca de la luz...
¿Qué melancolía tan dulce
me ha dado unas alas tan cortas?
¿Qué otoño maldito me enseñó
su cara de bronce bruñida
con infancias pasadas?
¿Qué beso me dieron tus labios
que me mancharon la boca de versos?
¿Qué suspiro se clavó en el aire que
me araña la piel cuando paso por su lado?
¿Qué manco destino me cubrió
de palabras imposibles que
me queman las entrañas?
¿Qué maldita pluma rota no me deja decirte que
hasta tu ausencia está tan llena de tí que
te vivo en cada aliento?
¿Qué pesadas cadenas estas que me apresan,
que ni las manos escriben su partitura
mientras el pecho se llena de coros
cantando su réquiem por un poeta?
¿Dónde está la llama?, decidme,
que quiero acercarme hasta ella
Quemar mis alas y caer desplomado allí mismo
para cubrir mi agonía con cera tibia...
O acertar directo a la luz
y estallar el vientre en mil poemas.
Y ser una polilla muerta
junto a la llama de una vela...

miércoles, 12 de noviembre de 2008

UNA DE PIRATAS

El 7 de julio de 1730, Olivier Levasseur “el halcón”, uno de los más grandes piratas del índico se enfrentaba en la isla de Reunión a la pena de muerte. La plaza estaba abarrotada como cada vez que algún desgraciado se disponía a bailar en la horca. Jaques, un niño de 8 años, situado en primera fila, esperaba ansioso el momento de verle por primera vez la cara a la muerte. Cuando la soga se cirnió sobre el cuello del reo, la plaza enmudeció y solo el leve rumor de las olas hizo que el silencio no fuese absoluto. En ese último momento, Levasseur sacó un manuscrito que escondía bajo sus ropas y lanzó su reto arrojándolo a sus pies: Mes trésors à qui saura comprendre! (!mis tesoros a quien lo comprenda¡). Unos segundos más tarde, el cuerpo del halcón se convulsionaba en el aire en una danza macabra. Jacques quedó profundamente impresionado por aquella visión y pudo ver, sobre el patíbulo, aquel documento lleno de extraños símbolos.

El criptograma de Levasseur pronto fue descifrado, aunque el resultado no fue más que un texto tan oscuro como las entrañas del pirata.

Jacques fue grumete de un mercante a los 12 años, y a los 17 ya era un curtido marinero. Una copia del criptograma del Halcón siempre andaba guardado bajo la manga de su camisa y el sueño de buscar aquel tesoro rondaba por su cabeza día y noche. El tiempo y la suerte jugó varias veces a su favor de tal manera que con sólo 25 años ya era capitán y 10 años más tarde, a base de mercadear por los siete mares, ya contaba con su propio navío y tres argollas en su oreja daban fe de su paso por el temido cabo de Hornos. Una vez que su situación financiera se lo permitió, puso rumbo al índico para dedicarse en exclusiva a la búsqueda de su sueño. Recorrió en su nave “La Intrépida” todas las costas de aquél océano. El mar de Andamán, el Arábigo, los golfos de Bengala, de Aden, de Omán, las islas Seychelles, Madagascar, las Comores, las Maldivas, las innumerables islas de la costa occidental Indonesia. Cada nuevo destino, una nueva pista velada, un indicio, una sombra del paso de Leasseaur. Los Inviernos, los tifones y las tormentas fueron curtiendo su piel y endureciendo su semblante de lobo de mar año tras año Y año tras año buscó una tras otra las esquivas pistas que su intuición le daban sobre el paradero de aquel tesoro inmenso del más grande de los piratas de aquellos mares.

Fue en un día soleado. Jacques, que ya contaba 68 inviernos, se encontraba frente al timón de su preciado barco con su vista perdida en algún punto entre la proa y el inmenso océano, mecido suavemente por las olas, acariciado su rostro por el viento que ondeaba en su blanca melena y se enredaba entre sus barbas y escuchando el gemido leve de la madera y el crujir lejano de alguna maroma. La paz que sentía en ese momento le provocó un estallido repentino de júbilo y entonces, comprendió.
Bajó apresuradamente a su camarote y miró al espejo frente al que en otros tiempos rasuraba su barba. Se observó detenidamente, con curiosidad, como si mirara a un extraño. Allí había un marinero, un aventurero, un cazador de sueños. Una sonrisa de triunfo se dibujó en su rostro. –Ya encontré tu tesoro, viejo bribón, lo tengo frente al espejo-dijo entre carcajadas –Tu tesoro no es más que esta vida que me has dado, tu tesoro no era más que la búsqueda-.

Ese día Jacques escribió en su bitácora de a bordo:
Hoy me he dado por vencido. No encontré el tesoro del Halcón por más que lo he buscado. Mi bendición y mis mejores deseos para todo aquel que lo busque. Que los vientos le sean propicios.
Jacques Laffite
20 de julio de 1790

domingo, 9 de noviembre de 2008

COMO DECÍAMOS AYER...(o tras el paso de OBAMA)

La crisis ha llegado golpeando con sus miserias a los más desfavorecidos. Nosotros, burgueses de vida acomodada, nos tiraremos del pelo al no poder cenar una vez por semana en aquel bonito restaurante de ambiente bohemio. Los cafés de media tarde estarán llenos de buenas intenciones, de solidaridad, de ideas y de espíritu de cambio. Oleremos cada día el tufo de muerte que derraman los periódicos hablando del final del sistema. Veremos con nuestros mejores ojos como por fin las cosas cambian, aunque nosotros solo lo hagamos desde nuestros cafés de media tarde, soñando. Un nuevo dirigente llevará al mundo por otros derroteros, seguro, estamos salvados. Mientras, los que antes morían de tres en tres, ahora lo hacen de seis en seis. Para ellos no hay cambio ni remedio. En las sombras, los hombres de corbata y traje gris, maquillarán de nuevo la historia y moverán sus hilos de araña para, poco a poco, volver al sistema con mayor ferocidad. Después de todo los que morían de tres en tres ahora lo hacen de seis en seis y ellos no han sufrido ninguna consecuencia. Pueden dar un paso más, apretar un poco más el nudo, morirán en silencio de diez en diez mientras en la otra orilla los detractores del sistema se reunirán en el café de media tarde para hablar de desigualdades y volverán a aquel bonito restaurante de ambiente bohemio una vez por semana. En unos años, volverá a cambiar la presidencia del gobierno que maneja el devenir del mundo y el nuevo Bush de turno comenzará su discurso de investidura: “Como decíamos ayer...”

domingo, 2 de noviembre de 2008

¿RECUERDO BAJO LA LLUVIA?

Llovía realmente
¿o es que el recuerdo
viste de agua los días grises?
Llovía sin duda, o al menos
el sol se escondió bajo tu abrigo
(creo que era negro)
Llovía realmente, lo recuerdo;
tu salías de aquel edificio
recogiéndote el pelo...
y llovía realmente
¿no es cierto?
Yo estaba junto a un árbol
que descargaba sus ramas
en mi cara desarmada,
ridículamente mojada,
ridículamente quieto.
Pero el recuerdo
es a veces mentiroso
y se hace verdad en el alma
¿no es cierto?
Dime que no llovía
ni llevabas abrigo negro
y que yo no te esperaba
ridículamente quieto,
bajo un árbol, desarmado,
y que no recogías tu pelo.
Dime que tu recuerdas
que el sol no estaba en tu abrigo,
en aquel abrigo negro.
Dímelo, amor mío,
dilo, y haz que sea cierto.

Derechos reservados