sábado, 27 de septiembre de 2008

PUPILAS



Busco tus negras pupilas
en la penumbra somnolienta
de la tarde que se acaba…

Tus pupilas, que nacieron
junto a las primeras horas,
cuando el día, rayando el alba,
cargado de luces nuevas,
vino a quedarse en tu cuerpo
amamantando tus ojos.

Diminutas…
como dos islas pedidas
en océanos profundos,
donde naufraga el blanco
de los despiertos jazmines,
los etéreos azules
y los violetas del viento,
y el dulce aroma rojo
de las rosas y amapolas.

(Y el verde ¡todo el verde!)

Se tornan tibias las luces
espesas de tanta vida
y hacen crecer en tus ojos,
bien entrada la mañana,
adolescentes pupilas.
Y maduran en destellos,
en reflejos de la tarde,
alargándose en las sombras
y en la plata de las hojas
de los álamos temblones.

Busco tus negras pupilas
en la penumbra somnolienta
de la tarde que se acaba…

Ya no queda mucho tiempo
de pasearme en tu ojos
y todavía vislumbro
entre la luz que se aleja
el brillo de tus pupilas,
(enormes pupilas negras)
que se mueren en la noche
bajo océanos profundos.

Allí queda sepultado
el blanco de los jazmines
y el aroma de las rosas,
los etéreos azules,
las violetas y amapolas
(y el verde ¡todo el verde!)
Y yo me muero tu lado
para nacer otro día
cuando la vida despierte
y la luz, rayando el alba,
a tus pupilas me lleve.

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