Pasó la noche; vino la luz del día.
Sonreía en Oriente tímida el alba,
y a sus primeras luces, el horizonte
parecía que a lo lejos se incendiaba.
Rubén Darío (Ondas y nubes III)
Llegó la bruma y de sombras se teñía
moribundas a la luz de la alborada,
con su púrpura clavado en mi mirada.
Pasó la noche; vino la luz del día.
Y la luna con su blanca testa calva
se fundía en las alturas lentamente;
mientras ella se moría en Occidente,
sonreía en Oriente, tímida el alba.
Aun escondido su cuerpo tras el monte,
el sol tenue dibujó la madrugada
y a sus primeras luces, el horizonte.
Ya silente con su disco caminaba
Febo alzando de los cielos su remonte,
parecía que a lo lejos se incendiaba.
me ha encantado como has versado a DArio (ah, vaya, lo dejo así, que parece tu tocayo, jejeje)
ResponderEliminarBebí de DArio (Rubén) desde muy joven y por él y con él (entre otros) me enamoré de la poesía...
Me ha gustado encontrármelo aquí. Gracias.
Un saludo
PSIQUE