YA NO SOMOS LOS MISMOS

Ya no somos los mismos
ni nuestros ojos anidaron
en realidad alguna.

Ya no somos aquellos
de horizontes lejanos
(criaturas celestes
con los pies en el aire)

Tuvimos aquel tiempo, pero ahora
sólo somos la bruma,
aquella tras las cumbres,
en la que no habitaba
ningún sentido oculto,
ningún destino incierto.

Tan sólo estaban estos ojos
que ya no son los mismos
de aquellas esperanzas.

Mundanos, cotidianos,
vulgares, estos ojos
que no supieron ver aquel destino
y no pudieron nunca
volver a ser los mismos,
los de antes.