El piano que ha llorado
la divina serenata
me ha matado dulcemente
en la noche perfumada.
(Juan Ramón Jiménez)
En la tristeza más fría
de este otoño me ha dejado
sus penas de melodías
el piano que ha llorado.
Con dolorosas cadencias,
enmudeciendo mi alma,
me ha llevado hasta sus sueños
la divina serenata.
El aroma de violetas
anidándose en mi frente,
prendido tras una nota
me ha matado dulcemente.
Ya las musas me han silbado
susurrando en la ventana
las esencias que robaron
en la noche perfumada.